LOS SIGUIENTES ARTÍCULOS HACEN PARTE DE NUESTRO ESPECIAL SOBRE EL ESTRÉS EN ABRHAM.
DESCUBRE A CONTINUACIÓN: SÍNTOMAS DE ALERTA PARA SABER SI ESTÁS ESTRESADO Y TOMAR PRECAUCIONES.
El estrés: una amenaza insospechada
El estrés debilita nuestro cuerpo y puede favorecer la aparición de varias enfermedades, desde la depresión hasta las infecciones, pasando por la hipertensión. Pero hoy en día, también es la causa de otros males: problemas de memoria, abortos, asma… Razones de más para deshacerse de las presiones y mantenerse en calma en cualquier circunstancia.
¡El estrés suele estar implicado en muchos problemas de salud! Además, también favorece los trastornos depresivos, los problemas cardiovasculares… Además, este estado de tensión debilita el sistema inmunitario, con lo cual el cuerpo queda expuesto a infecciones de cualquier tipo. Sin embargo, hoy en día cada vez se conocen mejor los nuevos peligros relacionados con el estrés.
¿Estrés? ¡No me acuerdo!
¡El estrés perjudica la memoria! Esta es la conclusión a la que han llegado unos investigadores norteamericanos1. En efecto, han demostrado que este estado psicológico provocaba la liberación de una hormona en el cerebro, denominada proteína kinasa C, la cual tiene un impacto negativo en la memoria. De esta forma, un exceso de presión durante un examen puede hacerte perder todos tus medios. Sin embargo, los efectos pueden ser aún más graves: esta enzima también actúa en casos de esquizofrenia y trastornos maníaco-depresivos. Un fuerte nivel de estrés también puede ser un factor desencadenante en estos problemas psicológicos y además puede agravar los síntomas.
Cuando la presión pesa
No obstante, el estrés no sólo supone una amenaza para la salud mental. Puede tener un impacto directo en la línea, al menos en el caso de las mujeres. Gracias al estudio realizado por unos científicos norteamericanos2, se demostró que las mujeres ingieren preferentemente productos grasos después de un acontecimiento estresante. En caso de estrés, son capaces de picotear el doble de productos calóricos, como el queso, las patatas de bolsa, el chocolate… Esto explica, según el autor, por qué las mujeres tienden a picotear. Curiosamente, los hombres no parecen reaccionar de la misma forma y no modifican sus hábitos alimenticios después de que la tensión les venza. Sea cual sea tu sexo, es imprescindible deshacerse del estrés para proteger tu organismo.
¿Embarazada? ¡Sobre todo que no cunda el pánico!
Las mujeres tienen también que vigilar su nivel de estrés durante todo el embarazo. En efecto, si bien la ansiedad no es beneficiosa para la salud, lo es aún menos para el futuro bebé. Unos investigadores alemanes3 han demostrado que la exposición al estrés puede aumentar los riesgos de aborto. Esto es debido a que la ansiedad provoca una disminución de la progesterona, la hormona imprescindible durante el embarazo. Y el estrés a lo largo del embarazo también puede tener consecuencias futuras en el niño o niña. Esto es precisamente lo que destacan unos investigadores belgas4 después de haber estudiado los antecedentes de 71 madres con niños entre ocho y nueve años. Los recuerdos de estas madres durante el embarazo ayudaron a los científicos a demostrar que cuanto más estresada esté la madre, más riesgos corre el bebé de sufrir trastornos del comportamiento. También han encontrado una correlación con la hiperactividad, la ansiedad, los problemas de atención… Así pues, es esencial estar relajada durante los nueve meses de embarazo.
Estrés en los padres, asma en los hijos
Además de a lo largo del embarazo, la ansiedad de los padres también puede tener un impacto negativo en la salud del niño. De este modo, un estudio ha permitido establecer un vínculo importante entre la calidad de vida del niño asmático y el nivel de estrés familiar. Los investigadores australianos de la Universidad de Adélaïde5 han interrogado a 84 niños de entre siete y 12 años sobre la percepción de su enfermedad y sobre su ambiente familiar.
Resultados: los niños parecen sufrir menos su enfermedad si viven en una familia en que cada miembro tiene un papel bien definido, donde existen normas de comportamiento y una cierta preocupación por el bienestar de los unos y los otros. Por el contrario, los niños que pertenecían a familias poco organizadas parecían más preocupados por sus síntomas (jadeos y sensación de sofoco) y son víctimas de una irritabilidad más importante. Entonces, ¿el estrés familiar tiene un efecto nocivo sobre el asma o sobre la percepción de esta enfermedad?
¡El estrés acabará conmigo!
Aún más inquietante es el hecho que el estrés puede provocar… ¡la muerte! Esto es lo que destacan algunos investigadores de la universidad de Yale. Según ellos, las tensiones son el origen de paros cardiacos, que suelen provocar muertes súbitas. Han demostrado que, en el caso de pacientes equipados con marcapasos cardíacos, el estrés puede provocar problemas en el ritmo de los latidos, lo cual es muy difícil de controlar. Los investigadores toman ejemplos concretos para resaltar los vínculos entre las muertes súbitas y el estrés: este tipo de fallecimiento se produce más a menudo en lunes, por la mañana, o cuando se producen guerras o catástrofes naturales… Es verdad que es difícil conservar la calma en estas situaciones…
Una única lección que aprender: mantén la calma en cualquier circunstancia, ¡es el mejor modo de envejecer!
Enfermedades provocadas por el estrés
Cansancio, irritabilidad… o incluso calambres y reumatismos: el estrés a veces puede acarrear reacciones nefastas. Estos efectos pueden ser más o menos graves, según el acontecimiento que los provoque y la resistencia de cada uno a la ansiedad. Te presentamos una panorámica de los acontecimientos que pueden provocar estrés y de sus consecuencias en la salud.
El estrés es una reacción normal del organismo. Permite que te enfrentes a ciertos acontecimientos imprevistos o adaptarte a cambios importantes. Sin embargo, también puede estar relacionado con enfermedades denominadas “de adaptación”. Estas enfermedades aparecen cuando nuestro cuerpo ya no puede luchar contra las tensiones permanentes y constantes. El estrés, en sí, no es una patología, sino el origen de la evolución de algunas afecciones preexistentes, como el asma, la migraña, la diabetes, etc.
Señal de alarma
Cuando nuestro cuerpo está sumido en un estrés muy importante, empieza a sonar la voz de alarma. Si sufres uno o varios de los siguientes síntomas, quizás haya llegado el momento de reducir las tensiones que te rodean:
§ Cansancio, especialmente desde la mañana, que el sueño no ha reparado;
§ Trastornos del sueño;
§ Ansiedad;
§ Irritabilidad;
§ Nerviosismo;
§ Reumatismos: dolores articulatorios, periartritis, artrosis;
§ Contracciones musculares, en particular en la curvatura del cuello y la espalda, y calambres;
§ Trastornos sexuales por una bajada de la libido;
§ Pérdidas de memoria: olvidos, equivocaciones.
Ataques diversos
Si no has sabido escuchar a tu cuerpo, el exceso de estrés puede suponer un verdadero problema de salud que depende de tu propia predisposición eventual y de tus antecedentes. En el caso de la mujer, se manifiesta especialmente a través de la ansiedad, la obsesión y la depresión. En cambio, los hombres se somatizan: úlceras, problemas cardiovasculares y problemas sexuales. En general, se pueden identificar algunas “enfermedades” que están relacionadas a un exceso de estrés.
§ Enfermedades digestivas: espasmos, sequedad en la boca, gases, diarrea, gastritis, úlceras, colopatías;
§ Problemas cardiovasculares: palpitaciones, dolores, molestias en el pecho, hipertensión, angina de pecho o infarto de miocardio;
§ Hipertiroidismo;
§ Infecciones virales o microbianas debidas a una disminución de las defensas inmunitarias;
§ Infecciones cutáneas: eccemas, granos rojos, soriasis, herpes, caída de pelo, picores;
§ Problemas ginecológicos: retraso o ausencia de menstruación, afecciones benignas en los senos.
¿Demasiado estrés?
Evidentemente, estos problemas pueden llegar de improviso. Pero si tú sientes regularmente alguno de estos males, no dudes en buscar factores eventuales de estrés para poder evitarlo. Para saber si los acontecimientos de estrés son el origen de tus problemas de salud, no dudes en leer el siguiente capitulo en donde sabrás si… ¿Eres una persona demasiado estresada?
¿Cómo reconocer si estás estresado(a)?
Los estados de estrés son comunes a ambos sexos, pero en la población femenina revisten unas características especiales dados numerosos factores.
¿Cómo actúa el estrés?
El estrés, de acuerdo con la definición inicial de los fisiólogos cuando se empezó a investigar, se caracteriza por tres fases: alarma, Resistencia y agotamiento.
Estas tres fases se producen frente a cualquier esfuerzo que se ejerce en la vida diaria. Tras la fase de agotamiento, sucede un tiempo de reposo, por breve que sea, hasta poder volver a aplicar energía a un objetivo concreto. Estos mecanismos desencadenan a su vez cambios químicos, físicos y psíquicos que preparan al organismo para enfrentarse a situaciones que implican lucha, temor, huida… Según Hans Selye, el estrés produce el denominado síndrome de adaptación general; es decir, la reacción corporal en que están implicados los sistemas nerviosos y el endocrino.
El cerebro dirige los mensajes que, a través de los nervios motores, llegan a los músculos: se eleva la tensión arterial, la frecuencia cardíaca, el nivel de azúcar en la sangre, se liberan glóbulos rojos, el tránsito intestinal se hace más lento y se libera adrenalina. El hipotálamo recibe también mensajes de estrés y entonces activa el sistema hormonal endocrino.
Si el estrés dura en el tiempo más de lo debido, el reposo no produce efecto; es decir, a corto plazo, los mecanismos bioquímicos que se ponen en marcha en el organismo pueden ser útiles, pero si se alarga puede generar anomalías en el propio organismo.
Síntomas del estrés
Las manifestaciones típicas de un estado de estrés se han de diferenciar de señales que de forma puntual y esporádica se puedan presentar a lo largo de la vida, pero que remiten con facilidad de forma espontánea; por ejemplo, cierta inquietud frente a un cambio laboral, la preparación de una boda, etc.
Existen algunos síntomas característicos que pueden aparecer en el plano físico y psicológico. Hay que tener en cuenta que el estrés femenino tiene un carácter múltiple y que según cada mujer, y de acuerdo con sus antecedentes personales y el momento vital por el que esté atravesando, tendrá una aparición diferente.
El estrés no se instala en la persona de forma radical de un día para otro, sino que se va generando un avance progresivo que se refleja en la aparición de los síntomas citados, al principio de forma aislada y posteriormente ampliándose hasta configurar un cuadro de perturbaciones tanto psíquicas como somáticas.
En muchas ocasiones, al principio puede no darse demasiada importancia a alguna de estas señales, considerándolas como un leve trastorno pasajero, pero es evidente que no se puede confundir un estado de cansancio tras la realización de un esfuerzo mental o intelectual con un estado de carácter permanente que va instalándose en la cotidianidad de la persona, degradando su calidad de vida.
A las mujeres, dada la complejidad de los diferentes roles que pueden ejercer socialmente, a veces les cuesta más que a los hombres reconocer que están enfermas y tratarse adecuadamente, ya que ello implica temporalmente prescindir de ejercer algunas tareas que están investidas de una gran responsabilidad en varios frentes: hogar, hijos, trabajo…; por ello, para localizar los síntomas de estrés en primer término hay que escucharlos.
Síntomas de carácter emocional
Los síntomas que afectan al estado emocional son accesos de ansiedad, angustia, accesos de pánico o temores persistentes, baja tolerancia a la frustración, irritabilidad, ausencia de deseos para emprender proyectos que agradan o bien sensación de incapacidad para llevarlos a término, dificultad para reír, bajo tono afectivo en las relaciones interpersonales, desorientación…
Síntomas físicosmás frecuentes
Los síntomas físicos que aparecen con más frecuencia en un estado de estrés son dolor de cabeza, dolor de espalda, dolor de pecho, acidez de estómago, problemas digestivos, náuseas, mareos, aceleración del ritmo cardíaco (palpitaciones), fatiga crónica, aumento de tensión arterial, sudoración excesiva o sudor frío, colitis, micción frecuente, dificultad para respirar normalmente, trastornos del sueño, alergias…
También, al margen de las señales de malestar típicas del estrés comunes a ambos sexos, en la mujer estresada aparecen un conjunto de síntomas específicos tales como trastornos menstruales (amenorrea o dismenorrea), disfunciones sexuales, infertilidad, alimentación incorrecta por defecto o por exceso (anorexia o bulimia), consumo inadecuado de alcohol u otras drogas, etc.
Factores de riesgo
La aparición de algunas enfermedades, y más especialmente las que tienen implicaciones físicas y psíquicas, está influida por factores de tipo ambiental e individual. Los sujetos son más o menos vulnerables a ellas de acuerdo a un conjunto de variables que inciden ya desde su nacimiento –e incluso antes– que pueden llegar a producir en algún momento que la balanza se desequilibre y aparezca el sufrimiento.
Los factores de riesgo más comunes que pueden incidir en la aparición de estrés pueden clasificarse en tres grandes apartados: los de orden social, ambiental e individual. Algunos de estos aspectos son comunes a ambos sexos, pero existen otros que afectan de forma específica a las mujeres.
Sociales. El estrés no es un fenómeno surgido en la actualidad, como se cree muy a menudo, sino que siempre ha existido; la diferencia está en que en épocas relativamente recientes se ha conceptualizado científicamente. Pero es cierto que hoy en día, debido a una serie de circunstancias, han nacido nuevas formas de vida que no se daban en el pasado y que son generadoras de situaciones de estrés.
La sociedad moderna se rige cada vez más por un sistema de valores en el que se sobrevalora la competitividad, la lucha por lograr el éxito en el terreno académico, laboral y económico para llegar a un estatus determinado que conlleva el reconocimiento de los otros. Estos esquemas empujan a todos los individuos, muchas veces en detrimento de no contemplar el enriquecimiento interno. Ya desde la infancia, los niños reciben muchas presiones del exterior para que su rendimiento escolar sea satisfactorio, pero si el aspecto afectivo está descuidado, se le está orientando a establecer un patrón de vida disarmónico.
Concretamente en la niña, el mensaje, desde un punto de vista global, puede ser mucho más complejo que en el niño, ya que hasta no hace demasiado tiempo (y en numerosas culturas aún está muy vigente) el único rol asignado tenía que ver con la futura realización de su función como esposa y madre.
Habiendo entrado en el siglo XXI, en la sociedad occidental, las mujeres se enfrentan a una serie de exigencias sociales y mensajes contradictorios que pueden hacer difícil el cumplimiento estricto de la expectativa de brillar en todas las facetas de la vida: estudios, trabajo, hogar, hijos…, ya que indirectamente se les solicita que incorporen un perfil activo y dinámico en la sociedad, pero, al mismo tiempo, que sigan sosteniendo la estabilidad del mundo familiar.
La mujer de 30 a 40 años, que trabaja y a la vez vive en pareja con hijos, suele padecer las tensiones derivadas de cumplir sus funciones de forma adecuada en toda las áreas, lo cual la conduce a los efectos de la ansiedad y la angustia progresivamente.
Por otra parte, la mujer que se dedica a las tareas del hogar y al cuidado del marido e hijos exclusivamente puede sentirse desvalorizada o creer que no está ejerciendo el papel que la sociedad le demanda, porque se supone que también debe trabajar fuera de casa.
Ambientales. La aparición de un grado elevado de tensión puede venir condicionado por un conjunto de factores, entre los cuales hay que contar con determinadas circunstancias ambientales que pueden actuar como factor desencadenante en conjunción con las influencias de tipo social y la forma de dar respuesta de cada persona a las situaciones de la vida.
Cambios de vida. Algunos ejemplos en ese sentido pueden encontrarse en los cambios de vida, tales como contraer matrimonio –con la fase previa de organización del evento, adecuación del nuevo domicilio, aprendizaje de la convivencia con una persona en la etapa inicial– o tramitar el divorcio –que conlleva una pérdida, un glosario de pasos legales, administrativos, traslado…–, que pueden llegar a mermar las reservas de energía psicofísica de los sujetos que lo están atravesando.
Trabajo. Determinadas condiciones de vida a nivel colectivo pueden ocasionar estados de estrés: reajustes laborales en empresas que implican despidos, jubilaciones anticipadas, dificultades específicas de las mujeres tales como conciliar trabajo y maternidad, despidos o disminución de la categoría profesional como consecuencia de las bajas por los partos, etc.
En los lugares de trabajo pueden generarse determinadas situaciones que favorezcan la aparición del estrés; los cada vez más frecuentes estudios del denominado acoso laboral, en el que muchas mujeres se ven afectadas tanto en el aspecto de relación (sintiéndose desvalorizadas, objeto de una crítica permanente…) como en el aspecto sexual (pudiendo recibir desde insinuaciones a actos de fuerza que invaden su intimidad física).
El día a día. En la vida cotidiana aparecen con frecuencia circunstancias en principio carentes de gravedad, pero que si son vividas de forma frecuente con un alto grado de ansiedad y unidas a otros componentes de tipo más personal se califican de estresantes: dificultades en el desplazamiento en horas punta en vehículos privados, largas esperas del transporte público, mucho tiempo de cola en establecimientos, acudir tarde a las citas, recibir muchos invitados a comer, etc.
La calidad de vida en las grandes ciudades se obtiene también en función de los diseños urbanísticos y las medidas medioambientales que proporcionen a los ciudadanos y las ciudadanas, como la existencia de suficientes zonas verdes, la adecuación del horario comercial con el horario laboral, la reducción de contaminación y de ruidos, etc.
Individuales. En el proceso de interacción permanente entre los factores puramente subjetivos y los de carácter social y ambiental se concretan las claves para la aparición del estrés. La historia personal de cada mujer (según se haya desarrollado su infancia, su adolescencia o el tipo de vínculos que haya creado con su entorno familiar) incidirán en la configuración de determinadas tendencias para responder de cierta forma a las situaciones que la vida le va presentando.
Una mujer que durante su infancia haya vivido numerosas situaciones angustiantes y que haya incorporado un modelo de mujer sufridora a través de su madre u otra figura materna, en principio tendrá mayores problemas para que su organización psíquica se desequilibre cuando aparezcan ciertos condicionantes.
Cuando se analiza en profundidad la forma cómo interactúan con los demás las personas que padecen estados de estrés frecuentes, generalmente aparece la dificultad de asumir que existen límites, que no se puede hacer todo ni estar en todas partes ejerciendo un papel a la perfección. La fantasía de poder alcanzar metas desproporcionadas a la propia realidad sitúa a la mujer que padece estos efectos en un círculo vicioso. Cree erróneamente que un alto nivel de acción la conducirá a la realización completa de los objetivos que se ha marcado, cuando precisamente es a partir del reconocimiento de los límites y de que nunca se cubrirá al cien por cien el ideal que puede empezar a relajarse, vivir el presente y plantear el funcionamiento de su vida de forma que le resulte menos costosa emocionalmente hablando.
Por tanto, también hay que considerar los antecedentes individuales aunque ello no implique ni mucho menos minimizar la gran responsabilidad de las coordenadas socioambientales en la aparición y el mantenimiento prolongado de los estados de estrés.
Factores relacionados con el cuerpo. El cuerpo de la mujer atraviesa a lo largo de la vida una serie de transformaciones relacionadas con el ciclo reproductor: las hormonas producen modificaciones que pueden llegar a tener una repercusión en el estado anímico, pero aun así no hay que olvidar que esas oscilaciones no poseen un poder absoluto sobre el bienestar o malestar psicológico de la mujer, sino que el nivel de malestar psíquico profundo tiene más relación con la vivencia subjetiva que se siente del propio cuerpo.
Algunos de los momentos en que puede aparecer estrés son: tensión premenstrual, menstruaciones muy dolorosas, abortos, embarazos complicados, tiempo de posparto en que la mujer no se halla suficientemente atendida y a gusto consigo misma y con su bebé, o menopausia vivida con el temor de pérdida de la juventud y de signo de femineidad.
Continúa con nuestro especial sobre el estrés PARTE 2: ESTRÉS LABORAL EN COLOMBIA Y EL MUNDO
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